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¿QUÉ LES PASA A LOS NIÑOS?


Es evidente y comprensible que la situación político-social actual tiene consecuencias emocionales para todos, también para los niños. Son muchas las madres y docentes que se preguntan:


¿Qué les está pasado a los niños?

¿Por qué están tan nerviosos?

¿Por qué se pelean más de lo habitual?



Los podemos observar especialmente susceptibles a los cambios: energéticamente están distintos a cómo están habitualmente, con más dificultad de gestionar sus reacciones e incluso con más "rabietas" de lo normal.


Los últimos datos oficiales de niños con trastornos psico-emocionales nos lo ponen de manifiesto, pero hoy no entraremos en ello. Lo que queremos en estas líneas es abordar las soluciones.


Así pues, tomemos un poco de perspectiva para entender lo que está pasando en el cerebro de los niños y crear así unas acciones preventivas y reactivas eficientes.


En primer lugar, debemos hacer el ejercicio de intentar comprender lo que está pasando a nivel neurológico en los niños de primeras etapas (0-12):

están viendo a todas horas a los adultos en tensión, comentando situaciones geo-políticas que no logran descifrar, y aunque no entiendan de qué hablamos, perciben energéticamente estas noticias cómo peligrosas.


Ante ello, su tálamo (la alarma del cerebro) les predispone a estar en un estado de alerta, que supone dosis elevadas de cortisol y noradrenalina, que trae consigo una respuesta orgánica que relacionamos con el estrés o hiperactividad (si hablamos de niños).


Eso hace que su mente esté hiperfuncionando y que no nos escuchen cuando les hablamos, que no hagan bien las digestiones, que les resulte difícil estar en quietud y calma, incluso que les cueste atender en clase o descansar por las noches.



Todas estas respuestas (en algunos niños sólo observamos algunas de ellas) son signo de que los mecanismos de supervivencia funcionan a la perfección, pero eso no significa que sea bueno ni saludable para ellos.


Así pues, la tarea de padres y educadores debe estar centrada en la creación de entornos de seguridad. No se trata de mantenerles en una realidad paralela evitando toda información dramática. Pero si es responsabilidad de los adultos, proteger el cerebro de nuestros hijos de aquellas informaciones y situaciones que no pueden sostener por motivos de maduración neural.


Vamos, pues, con distintas medidas para prevenir estados de estrés elevados y después abordaremos distintas técnicas para gestionar las crisis o "rabietas".


EL SILENCIO.

Para cultivar un estado emocional equilibrado tanto en adultos como en niños, debemos tener espacios de silencio todos los días. Es por ello que recomendamos tener siempre el televisor apagado, salvo los momentos en los que vamos a ver una película o un capítulo de nuestra serie favorita. Desaconsejamos totalmente mirar el informativo, sobretodo si están los niños delante. No solo no es necesario, sino que es radicalmente perjudicial para conseguir estados emocionalmente favorables. Desactivar las notificaciones de los móviles o ponerlos en silencio cuando estamos en casa también es importante, para evitar fugas atencionales y picos de estrés.


En algunos momentos podemos escuchar música, preferiblemente con frecuencias de 431 o 963, en casa, en el coche, en las aulas... , ya que ayuda a equilibrarnos emocional y energéticamente.


LA ALIMENTACIÓN.

Hablemos de la alimentación. No hace falta presentar estudios científicos, pues si estás leyendo esto es que sabes a la perfecciónqué alimentos son perjudiciales para la salud física y psicológica de tus hijos. Así como hay algunos alimentos que llevan implícita una recomendación de poco consumo (como el chocolate, las galletas, helados, carnes...) hay otros productos (a los que ya no llamamos alimentos) que desaconsejamos totalmente en niños. RECUERDA QUE EL INTESTINO RECIBE EL NOMBRE DE TERCER CEREBRO POR ESTAR DIRECTAMENTE ENTRELAZADO CON EL SISTEMA LÍMBICO O CEREBRO EMOCIONAL.

Productos como las bebidas azucaradas y bebidas energéticas (en las que incluimos zumos procesados); leche de vaca, embutidos y bollería, todos ellos generan una disfunción neurohormonal que favorece estados de nerviosismo. Para verificar esto, simplemente podemos observar las diferencias comportamentales entre los niños que consumen este tipo de productos y los niños que no.


EL LENGUAJE.

Por último, hablemos del lenguaje. Ya hemos hecho referencia en otras ocasiones de la importancia de utilizar la PNL como una de nuestras mejores aliadas para corregir conductas y comportamientos, así como para potenciar aquellos que más nos gustan. Teniendo en cuenta el efecto Pigmalión, utilizaremos mensajes dirigidos a la creación de una identidad equilibrada y serena. Por ejemplo,"Aunque ahora te sientas inquieto, tú eres un niño consciente e inteligente y sabes estar tranquilo con facilidad" (aunque creamos que no es cierto). Podemos hacer uso de la técnica del feedback para reconducir conductas específicas, y reforzar las que queramos con la estrategia del elogio positivo (Si quieres profundizar en ello te recomiendo el libro de Las 3 Claves).


Recuerda también la importancia de no dejarte llevar por tu enfado y decir cosas de las que luego vas a arrepentirte, porque tú sabes que no son ciertas, pero el cerebro del niño no puede entenderlo.



Ten presente en todo momento que los niños son el vivo reflejo del mundo emocional de sus educadores y referentes, y es por ello que debemos dedicar tiempo y energía en aprender a equilibrar nuestra mente. Para educar niños saludables psicológica, física, emocional y energéticamente, se necesitan padres saludables psicológica, física, emocional y energéticamente. No hay alternativa posible. Así que sigue cultivando tu paz y tus hijos seguirán tus pasos. Estás en el camino correcto y lo estás haciendo genial.


 











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